martes, 18 de junio de 2013

ESTOY ORGULLOSA DE TI


Siempre es duro que se te vaya un ser querido, pero más duro es no saber cuándo. Es ley de vida, y más si la persona tiene 92 años, pero duele igual. Cada día que pasa y sigue aquí, significa que la vida ha ganado una batalla y te alegras, aunque en el fondo sabes que la guerra está perdida de antemano.  Sin embargo nadie, ni el propio Caronte, le podrán arrebatar la mayor de las victorias: su fortaleza.

La naturaleza humana es sorprendente, a veces resiste lo que no está escrito, como es el caso, y no porque lo diga yo, sino porque lo dicen los médicos. Estoy muy orgullosa de ella. Lo único que espero, y sobre todo deseo, es que se vaya sin dolor. No sé cuánto tiempo se quedará con nosotros pero el que sea, que sea solo el estrictamente necesario para que no sufra. Bastante lo ha hecho ya durante casi un siglo por todos y por todo, eso sí, en muchas ocasiones sin motivo pero ella es así, siempre ha sido así y siempre será así, una mujer entregada de más (y lo digo con una sonrisa en la boca), que siempre ha antepuesto el bienestar de los demás al suyo. Pero ahora es momento de pensar en ella aunque no quiera. TE QUIERO

jueves, 13 de junio de 2013

¡AL AGUA PATOS!


Parece que por fin ha llegado el calor y ya empieza a oler a playita. ¡Cómo me gusta esa sensación! Cierro los ojos, siento el calorcito en el rostro, disfruto de la mínima corriente de aire como si fuera la brisa marina… Y de repente, un grito lleno de amor de mi hijo que suena más o menos así: ¡mamaaaaaaaaaaaaaaaaá!...me devuelve a la realidad, al asfalto, al calorín sofocante que solo se aplaca con el aire acondicionado y que me recuerda que aún no lo he puesto en mi casa (es una de las muchas asignaturas pendientes que tengo en la lista de “cosas que arreglar”).
Menos mal que este fin de semana abren la piscina de la urba y podré remojar mis ganas de playa, eso sí, junto a tooodos mis vecinos grandes y chicos, sobre todo chicos porque hay casi más niños que hormigas, así qué calcular, jajaja. Lo bueno es que no somos tantos como los “usuarios” de las playas de Benidorm y no llegamos al extremo de madrugar para coger primera línea de piscina. Me conformo con un ratito para tomar tranquilamente el sol y hacer unos largos que me ayuden a continuar con mi “operación bikini”. El resto del tiempo lo dedicaré a sufrir viendo como mi enano se tira al agua, mientras aguanto la respiración por no dar un chillido cada vez que su cabecita roza el borde de la piscina.
Es la prueba de fuego del comienzo de la temporada estival, luego una se acostumbra porque los niños valoran más su vida de lo que imaginamos. De todas formas, el día que mi diablillo no necesite complementos piscineros y se mueva como pez en el agua, disfrutaré más de este evento acuático. Pero hasta que llegue ese momento, lo mejor es confiar en el ángel de la guarda y en el socorrista, que es más terrenal.