Acaba el 2012 y empieza el 2013, nada nuevo porque todos los
años sucede lo mismo, termina uno y las 12 campanadas marcan el comienzo de otro.
La única diferencia con respecto al año pasado es que éste termina en 13, un número
poco querido por los supersticiosos. Es curioso hasta dónde puede llegar la
mala fama de este número. Por ejemplo, en Madrid, la capital de España, no existe la línea
13 de autobús, pasa de la 12 a la 14 igual que hacen también algunas compañías aéreas,
como Iberia, que prefieren evitar así la “maldición” del 13 en las filas de sus asientos. Más difícil lo
van a tener este año los organizadores del campeonato de Fórmula 1 porque por
muy rápido que vayan los coches no van a poder saltarse el 2013 a no ser que
digan Campeonato 2012 más 1.
La superstición del 13 en nuestro país es tal, que
no aparece entre los número del Documento Nacional de Identidad, que pasa del
12, que lo tiene la infanta Elena, al 14 que está en poder de su hermana
Cristina, vamos, que según lo estipulado
el 13 le tocaría, paradojas de la vida, a la infanta Cristina, jaja, a la mujer
del “señor” Urdangarín y su entramado financiero, aunque con la “suerte” que
tienen se librarán del castigo (y cierro el capítulo de los DNI reales con el
15 para el Príncipe Felipe y por delante de los hijos, Don Juan Carlos y Doña
Sofía, con el 10 y el 11 respectivamente).
La verdad es que si seguimos la estela del horribilis año 2012, el 2013 será para muchos igual de malo o peor en la cuestión económica, aunque yo prefiero ser optimista y pensar que a lo mejor se rompe la mala racha con el número "maldito", eso si que pasaría a los anales de la historia para sorpresa de los supersticiosos y más aún de los incrédulos españoles que seguimos temiendo por nuestro bolsillo. Feliz año y qué la suerte nos acompañe, con o sin el 13, que falta nos hace.
Triscaidecafobia lo llaman... será un buen consuelo pensar que la culpa es del número 13 en todo lo malo que nos depare este recién estrenado año.
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