miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cuando el espíritu de la vagancia se apodera de tí

El día ha amanecido y el sol hoy no tiene pinta de querer salir de su guarida. El gran astro se vuelve más perezoso según se acerca el invierno y deja que las nubes tiñan de gris el cielo. Es día de sofá y manta y como no tengo aún necesidad de poner el pie en la calle, me dejo llevar por la agradable sensación que desprende el calor de mi cuerpo tapado hasta los dientes... pero me resisto a sucumbir a su efecto soporífero... ese que te incita al sueño. Porque tengo que escribir mi ración diaria para calmar a la fiera que exige 500 palabras calóricas para estar en forma. Se ha convertido en una devoradora de "kilo letras" que me mantiene joven y hábil  frente a la pantalla en blanco del ordenador..consigue que mi mente esté activa...otra cosa es mi cuerpo al que tengo un tanto olvidado. Por tercer día, desde que volví al hogar a tiempo completo, me he saltado las clases de pilates...me temo que el espíritu de la vagancia se ha apoderado de mí.

Miro por la ventana y descubro que la niebla matutina me ha engañado ¡acaba de salir el sol! Genial, ya no necesito que Anne Germain contacte con el vago de mi espíritu...ya me encargo yo de él. Llevo un mes posponiendo una importante visita al centro comercial que está al lado de casa. Mi marido me regaló un precioso vestido por mi cumpleaños y...no seáis mal pensados porque me encanta, el único "pero" que tiene es que es un pelín grande y tengo que cambiar la talla. Para estas cosas no suelo ser tan dejada pero coincidió con mis laborales fuera de casa y el tiempo que me quedaba prefería dedicárselo al peque y a su padre. Ahora ya no tengo excusa, prometo que iré dentro de un rato, igual incluso voy andando que hay que aprovechar la energía que dan los rayos solares.

Me he dado cuenta de que algunos no saben lo que es caminar y por supuesto no me incluyo en este grupo de vagos (en otros sí) porque siempre que puedo ir a pie lo hago. La mayoría de la gente que conozco coge el coche para todo, aunque la tienda esté a la vuelta de la esquina. Parece que se han olvidado de que tienen piernas capaces de moverse si tú se lo dices. Y luego vienen las quejas, que ya no estoy ágil, que me duele todo, que los kilos se me acumulan en las zonas más visibles para mayor desgracia...¿Qué hacen entonces? Intentar compensar esa falta de ejercicio con duras sesiones de gimnasio, cuando caminar una horita o montar en bici al aire libre es gratis y más sano que la cinta o el spinning.

Algunos han descubierto que correr también ayuda a eliminar tóxinas, es más, creo que se ha puesto de moda porque en los últimos meses no hay kilometro que camine que no vea a un entregado corredor dándolo todo sobre el asfalto...tanto, que a veces me dan ganas de llamar al 112 cuando les veo parados, agachados con las manos sobre las rodillas, empapados en sudor y sin apenas aire...uffff, agotador, una disciplina que requiere demasiado esfuerzo...a mi me va más la relajación y el estiramiento del pilates aunque hoy haya hecho otra vez novillos. Y como hay que dar ejemplo de lo que se dice, me voy a arreglar y a mandar a paseo al espíritu de la vagancia.

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