domingo, 6 de noviembre de 2011

Como ser madre, parada y no morir en el intento

Como cada mañana me levanto con el dulce llanto de mi hijo, seguido de un agudo ¡mamaaaaaaaá!, que retumba en mi cabeza una y otra vez, es un agradable grito matutino, una mezcla entre un niño poseido y el gruñido del cerdo en sus últimos minutos...vamos, un detallazo que se acuerde siempre de mí (¿por qué no de su padre? ya que no lo hace él, lo hago)...y esto siempre antes de las 8 de la mañana, bueno, hay algunos días que toca diana a media noche o aparece en mi cama con su sabanita en la mano y diciendome ¡ariba, ariba! (no está mal escrito, es que la doble ere aun no la pronuncia bien del todo, solo tiene dos añitos). Doy varias vueltas en la cama, con ese sonido de fondo infantil al que ya me voy acostumbrando, hasta que decido concederle una pequeña victoria: ¡me rindo cariño, ya me levanto!

Con las persianas de los ojos a medio abrir, cogidos de la manita (a veces en brazos, solo si insiste mucho, que es en la mayoría de los casos) nos vamos al salón, enciendo la tele y Dora exploradora entra en nuestras vidas. Aprovecho ese momento en el que está ensimismado viendo como el amigo mapa les dice donde tienen que ir, para ir yo a la cocina y prepararle el bibi. Suena el microondas, él lo oye y me recuerda con toda su potencia de voz, ¡mamaaaaaá, el bibiiiiiiii!...vamos, como si no me hubiera dado cuenta...,"gracias hijo, muchas gracias", lo digo alto y sonriente para que me oiga bien, porque ahora estamos en la fase de "hay que dar las gracias cuando te ayuden" y por supuesto practicar con el ejemplo, o al menos eso creo... soy madre primeriza, por si no lo habiais notado.

Me gusta verle desayunar, no habla, ni grita, ni llora...tiene la boca ocupada tomandose el bibi y se olvida de mí. Ahora es el momento para preparse un café y unas tostadas con aceite. Taza en mano y plato con tostadas en la otra, me voy con él al salón, me siento a su lado en el sofá y...lo sabía, ya las ha visto. No tarda ni una décima de segundo, ¡mamá, ¿son para mi?!, "si cariño, toma un trocito". Rápido y veloz, como ave de rapiña, me arrebata el trozo de tostada de la mano y la engulle a la velocidad del rayo. Le miro mientras tomo un sorbo de mi café, pero he de reconocer que lo hago encantada, porque otra cosa no, pero comer, come de maravilla y eso es una bendición, seguro que las mamis entienden a la perfección lo que digo.

Salgo del ensimismamiento en cuanto miro el reloj y veo que se acerca la hora de llevarle a la guarderia... "noooooooo, llegó el momento crítico". Hay que afrontarlo con valentía, pongo una sonrisa de oreja a oreja y le digo con la voz más dulce y suave que me sale, "vamos cariño, que hay que ir al cole", pero ni por esas...¡noooooo, no quiero ir al cole, no quiero ir al coleeeeeeeee!...Todos los días igual, solo hay una solución: le coges en brazos aunque patalee y te lleves alguna, vas directamente al cuarto a vestirle y haces oídos sordos, al final siempre se les pasa el berrinche.

Ya estamos listos para salir a la calle, a veces andando y otras en el carrito, depende de cómo lleve el berrinche. Afortunadamente, el trayecto hasta la guarderia es corto y como es muy parlanchín se pasa rápido, ¡mira mamá un autobus...una moto...un coche! (todo lo que vaya sobre ruedas llama su atención), "qué bonito hijo...que grande...¿de que color es?" y él siempre responde ¡azul blue! (creo que es su color favorito, aunque empiezo a sospechar que es el único que conoce). Nos vamos acercando al cole y el jodio se pone contento después de la que arma en casa, ¿qué os parece? El solito llama a la puerta, coge su mochila con ruedas y desaparece por el pasillo tan feliz...y a mí, se me queda una cara de felicidad que no la voy a negar, ¡tengo ocho horas para mi, solo para mi!

Mientras vuelvo caminando a casa, empiezo a pensar "¿qué hago hoy?", no os creais que es una bicoca tener tanto tiempo libre cuando desde hace unos meses tu principal ocupación y preocupación es buscar trabajo, ufff, eso es más duro que cuidar de tu hijo que es algo que hago con mucho amor y cariño, aunque me pelee con él, pero son gajes del ser madre. Lo del curro es otra historia, por hoy ya está bien.

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