martes, 15 de noviembre de 2011

La vuelta al trabajo más esperada

Después de casi cuatro meses he vuelto a trabajar, ¡qué satisfacción! y uffff, ¡qué respiro! Sé que es para pocos días pero es una inyección de ánimo muy saludable. Por regla general soy una persona muy optimista, pero a veces bajas la guardia, estás más sensible...y ¿os podéis creer que la gente se sorprende? Llegan a decirte: "con lo positiva qué eres tú, no lo entiendo"... pues yo sí, ¡joder, los positivos también tenemos derecho a ser vulnerables y "disfrutar" de días tontorrones!  Afortunadamente son los menos y enseguida pongo remedio, no tengo la fórmula magistral pero lo importante es mantenerse activa. Durante mis últimos días de parada, descubrí que las clases de pilates son perfectas para el momento "tienes que ocupar tu tiempo en algo", y claro, ahora con el trabajo (¡bendito trabajo!) no puedo dedicarle mis esfuerzos ni pelearme con la enorme pelota azul con la que empezaba a hacer buenas migas...pero prometo que volveré en cuanto me asiente en el trabajo, bueno, igual no me da tiempo porque son tan pocos días que cuando quiera darme cuenta ya estoy de nuevo en la cola del INEM y ¡qué más da!, ¡qué me quiten lo currao!

Hoy ha sido mi segundo día como cotizadora de la Seguridad Social (una obligación que se supone te reportará unos beneficios cuando llegues a viejecita, pero al paso que avanza la crisis igual para mi jubilación lo único que veo es el agujero de la hucha, rota). De momento me sigo levantando a la misma hora, mi hijo aun no se ha dado cuenta de que su mamá ha dejado de ser una mujer parada, ¡el jodio parece que se ha tragado un despertador con las manillas marcando siempre las 8 en punto! No importa porque la verdad es que tengo mucho trabajo que hacer (y que no falte), tampoco es que el niño me haga un favor, no os equivoquéis...media horita más de sueño no me vendría mal. Pero para qué cambiar las costumbres si a él le vienen bien así, ¿verdad?

Mi nueva situación no le afecta por las mañanas porque sigo dándole el desayuno y llevándole a la guarde, lo que si ha cambiado es la persona que le baña y le da la cena...ya no es mamá, ahora es papá. Con esto no quiero decir que su padre no haga nada, lo que pasa es que él siempre trabaja y a veces no llega a tiempo a la hora del baño, y ahora es la ex parada la que llega tarde y cuando llega, el apañado de su papá (que ha podido organzarse con el horario) ya lo tiene listo para ir a la cama. Del tema del sueño me sigo ocupando yo, es mi peor pesadilla, nunca quiere dormir, nunca tiene ganas, los cuentos que le cuento y que me invento nunca son suficientes, "el último mami, el último"...a veces soy yo la que primero cae. Ahora he cambiado de táctica, en lugar de obligarle a dormir le obligo a no dormir y ¡funciona! Los niños son así, diles que no, que ellos dirán siempre que sí, al menos el mio. No se cuánto tiempo me durará la técnica de "lo contrario", pero de momento se va a la cama sin llorar ni patalear...lo de dormir es otro cuento.

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