domingo, 13 de noviembre de 2011

Una noche perfecta

Anoche era de obligado cumplimiento salir a celebrar mi cumpleaños y mi vuelta al mercado laboral (aunque sea por pocos días). Una velada romántica, una buena cena, un buen vino, una conversación agradable y tranquila, sin gritos ni llantos ...pero hay una pieza que encajar, ¿dónde colocamos al niño? Entonces te acuerdas de toda tu familia, de tu madre, tus hermanos, tus suegros...y llega el momento crítico ¿con tu familia o con la del padre? Seamos sinceros, cada uno tira para los suyos, pero en mi defensa diré que siempre que se ha quedado a dormir lo ha hecho con sus abuelos paternos (y yo encantada y que conste en acta) con los que se lleva de maravilla. Eso significa que hoy le toca a alguien de mi sangre y el honor recae sobre mi hermana la pequeña. La canguro elegida tiene una preciosa niña un año mayor que el trasto de mi hijo, y una ventaja: los primos se llevan genial, hacen muy buenas migas, chillan igual, corren igual, saltan sobre la cama igual...vamos, que son dos pequeños animales ¡a ver cómo se las apaña con los dos!

Desde que esta mañna le he dicho a mi  fierecilla que vamos a casa de su prima, no ha parado de preguntarme con ese chirriante tono de voz que puede taladrar el tímpano, ¡maaamiii cuándo vamos, cuándo vaaaaamos!... "dentro de un rato cariño, dentro de un rato". La verdad es que su insistente deseo me viene estupendamente para chantajearle y que me haga caso. Uno de sus juegos favoritos es el lego de toda la vida, le encanta hacer construcciones pero sobre todo tirarlas después y ver desparramadas tooodas las piezas por el suelo...eso está muy bien si luego las recoge pero no, no lo hace y a mí me llevan los demonios...hasta hoy que he descubierto el método infalible: "si no recoges, no vamos a ver a tu prima", y oye, funciona, ha guardado todo en su caja ¡bien bien bien! Adoro a mi sobrina pero hoy más que nunca.

Llega el momento esperado por mi peque (y también por mí y por su padre, para que negarlo). Mi sobrina se pone loca de contenta cuando ve a su primo entrar por la puerta, enseguida se ponen a jugar y se olvidan de los mayores, momento que aprovechamos mi marido y yo para salir a escondidas. Ya estamos en la calle, ¡y solos! Es una sensación rara, pocas veces nos separamos de él pero por salud de pareja hay que hacerlo de vez en cuando...y hoy tocaba. La noche estuvo muy bien pero la mañana mejor, nadie ha venido a hurtadillas a mi cama a las tantas de la madrugada ni me ha despertado a gritos a las 8 en punto ¡he dormido de tirón y me he levantado tarde! Todo un lujo.

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